
Escribió Julio Cortázar en "Rayuela" una de las frases más conocidas de la literatura universal: "Andábamos sin buscarnos pero sabiendo que andábamos para encontrarnos"
Sin esperarlo, un sentido parecido se desliza en la clase de Feldenkrais que di esta semana. Si quieres saber por qué se conecta una ATM con este fragmento literario, tómate 3 minutos para leer.
Los días pasados exploramos una lección llamada "Manos de cirujano" ("Surgeon´s hands") Dicen, y quizá sea verdad, que Moshe Feldenkrais iba a ser operado de los ojos y que preparó una serie de lecciones para mejorar el tacto y la precisión del cirujano.
Más allá de la veracidad de esta historia, la ATM sigue visitando, a través de la piel y el contacto, el mundo de lo sensitivo.
La semana anterior, tuvimos una clase centrada en la cavidad craneal, la lengua, los labios y la cara, que son zonas de altísima sensibilidad. Pocas zonas de la piel nos resultan tan identitarias como la cara.
"¿Qué ocurre cuando, en vez de buscar activa e intencionalmente los estímulos sensitivos, dejamos que lleguen a nosotros, de una forma prácticamente casual?"
Esta semana fueron las manos, de una manera muy especial. Acostumbramos a buscar los estímulos sensoriales de forma activa. Hacemos un gesto con la cara y entrecerramos los párpados para mirar con atención, orientamos el oído o la nariz hacia el origen de un sonido o un olor... y activamos nuestras manos y nuestros dedos, poniendo total atención en las puntas para reconocer cualquier objeto al tacto. Y aquí viene el encuentro literario:
A lo largo de esta ATM, las manos se mueven: a veces la una hacia la otra, a veces recorriendo la piel de la cara, pero sin poner ninguna intención ni acción concreta en los dedos. Los brazos se mueven y esto hace que las manos se encuentren sin buscarse. Con los ojos cerrados, cada contacto de los dedos, yema con yema, es casi una sorpresa. Un juego para los sentidos cada vez que un dedo se encuentra con su simétrico de la otra mano; reconocer realmente si hay un dedo que toca y otro que es tocado o si la sensación ocurre en ese lugar misterioso donde se roza piel con piel.
Y después, la mano deslizándose por la piel de la cara. También sin intención ni actividad. La mano se posa blandamente en la cara y es movida desde el hombro y el codo. Alguien me habló después de la sensación que le produjo sentir su mano moviéndose por su rostro a la vez que parecía la mano de otra.
Nuevamente el placer, la sensualidad, el estado de quietud y meditación, la construcción de la autoimagen y la identidad. A la vez, solo a través de esta sencilla práctica, toda una reorganización de la posición en pie, la ligereza de la respiración, la altura de la cabeza y la mirada, apertura en los ojos y en el pecho... Poco a poco se va revelando la importancia de este órgano tan particular.
Con tres semanas aún de trabajo por delante, continúo leyendo sobre la piel a la vez que preparo mis próximas clases y sólo puedo decir que me encuentro fascinado. Te espero en este viaje hacia la profundidad de lo superficial...
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